Hay que cambiar de registro para situarnos en esta nueva producción de la histórica compañía de Madrid La Canica, dirigida por el gran maestro Pablo Vergne e interpretada por su hija Alba Vergne y Daniela Saludes. Con La Canica, hay que hablar siempre de los títeres, puesto que uno de sus signos de identidad más relevantes es la manera en que están hecho, siempre con objetos anodinos que aun así sus autores, concretamente Eva Soriano y Ricardo Vergne, consiguen convertir en personajes de verdad.
¿Y qué mejor que recurrir a una historia como el Mágico de Oz, en la que sus protagonistas buscan cosas como el corazón, o la inteligencia, o la fuerza…? Cosa que necesitan, en efecto, los objetos para acontecer personajes creíbles. A pesar de que ya desde el primer momento, estos títeres tienen una vida que muchas veces supera a cualquier otro figura de características más humanas.
Pero centrémonos en el montaje para indicar como de relevantes son dos de los componentes básicos del trabajo de La Canica: la extrema calidad de las actrices que suelen actuar y el humor tan ingenioso como socarrón de su director, Pablo Vergne.
Porque es de caixó que estos objetos al escenario, para obtener la vida que los convierte en personajes verosímiles, necesitan de unos manipuladores, en femenino en este caso, de una gran fuerza y personalidad. Tanto Daniela Saludes como Alba Vergne sobresalen en esta cuestión, con una presencia y una fuerza que va creciendo a medida que avanza la obra, hasta lograr unos máximos en las escenas finales, que dejan a los espectadores entregados a su quehacer.
En cuanto al trabajo de Pablo Vergne, escondido detrás la técnica y desde la discreción que lo caracteriza, solo podemos decir que es de una sabiduría pocas veces vista en el teatro de títeres de nuestro país. Un humor discreto y a la vez penetrante, que acaba cubriendo todo el espectáculo de una capa de inteligencia que nunca quiere figurar pero que se acaba imponiendo en la mente de los espectadores como uno de los elementos esenciales del espectáculo.
El público, admirado y entregado, aplaudió enardecido a las dos intérpretes y al equipo que las sustenta.